Hoy se produce el Solsticio de Verano para el Hemisferio Sur y de Invierno para el Hemisferio Norte. Los Solsticios son momentos de equilibrio natural y nos invitan a percibir nuestra existencia ligada a la vitalidad cíclica y universal de la que somos parte. Desde la Tierra observamos el Sol a su mayor o menor altura dependiendo de nuestra posición. Así, en el Hemisferio Norte, se impone la noche más larga. Y nosotros, en el Hemisferio Sur, vivenciamos el día más extenso del año. Por un tiempo este equilibrio se mantendrá, mientras así suceda, podremos vibrarnos parte de de este proceso natural con profunda simbología de renacimiento y resurrección. Para nosotros son tiempos de luz y de frutos. Recordemos que siempre cosechamos aquello que sembramos y que seguramente esta Ley es la que nos provee y conrcta con el mayor equilibrio y orden del que formamos parte. Pero con qué energía contamos para hacer este contacto? Con el Solsticio llega también la entrada del Sol a la Constelación de Capricornio. Capricornio es el último signo de tierra del Zodíaco. Momento de ascensión de los hombres. Representación del punto más alto y concreto donde lo humano llegará. Los hombres y mujeres estamos llamados a la concentración de nuestra energía en pro de seguir el propósito de la esencia. Luego de la confiada y expansiva cabalgata sagitariana sobreviene un tiempo real y concreto, una invitación andar a pie, a forjar el sendero que con esfuerzo nos llevará a la cima. Son momentos de extrema visibilidad. Pero no debemos confundirnos. Lo que pugna por elevarse no es la meta del ego. Es el ser, la esencia que nos habita, es la que tiene la fuerza y hará el viaje. El ego podrá sentirse solo y seguramente se perderá en comparaciones. La esencia, en cambio, no mirará a los costados ni perderá el tiempo en medirse más allá de si misma. Se objetivará en su propio camino, le resultará gustoso y congruente el esfuerzo. Por eso es necesario que nos conectemos, que nos identifiquemos más allá de los sentidos y su jerarquización externa. Son tiempos de ser coherentes con nosotros mismos, con lo más esencial de nosotros. Capricornio nos invita a despojarnos, a ir muchísimo más allá del mundano deseo o mejor aún, nos acerca a la iluminada comprensión que el deseo del alma no puede más que coincidir con la ley universal de la que somos parte. Ley y deseo se unen. Esa es la verdadera ascensión. Preparémonos para bienvenir la meditación sobre nuestro propósito y estemos atentos a no confundirlo ni con nuestra necesidad de supervivencia, ni de prevalencia, no hay mediciones solo invitación a ser coherentes con la propia misión.