Ayer, miércoles 26, a seis grados del singo de Tauro se perfecciono la Luna Nueva dando inicio así a un nuevo ciclo lunar, y con él, a la posibilidad de sembrar nuevas intenciones.
Las Lunas Nuevas, sabemos, marcan un tiempo de siembra. Es el momento de poner semillas en tierra. Las lunaciones y sus fases nos narran una historia cíclica, donde Sol y Luna danzan juntos, como danzan nuestro interno y externo, nuestra emoción y nuestra consciencia, nuestro cuerpo y nuestra esencia.
Esta vez la Luna inicia un ciclo taurino y es excelente momento para plantearnos nuestras intenciones en relación a esta energía. Tauro es tierra femenina, tauro es materia que recubre la chispa divina, el fuego vital que nos habita. Tauro es el contacto con nuestro cuerpo, es la percepción de nuestras necesidades. Tauro es el goce, el apego y la posibilidad de comprender el desapego posterior. Tauro es el valor que somos. Tauro es la pura vida y su exuberancia pero también su infinito misterio.
Sabemos que para plantar semillas es necesario preparar la tierra, hacer lugar. en los momentos previos a la Luna Nueva la luna esta en vacío y sentimos necesidad de introspección, la mirada se vuelve al interno y, si podemos, es buen momento para hacer lugar a lo nuevo soltando lo viejo.
Que hayamos podido hacer espacio interno. Que podamos intencionar mas que desear. Que vibremos que tipo de relación queremos con nuestro cuerpo, que demos lugar a nuestras necesidades, que honremos la materia que somos como vehículo de la esencia que nos habita. Que el cuerpo honre y disfrute de su propósito. Que podamos prodigarnos cuidados. Que la vida lata en nosotros y que ayude a latir a otros. Y que sepamos que los frutos que cosechemos tendrán que volver en un acto amor y de ofrecimiento a la Tierra que los nutrió.
Bendecida Luna para todos.
