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Ayer, apenas iniciaba la madrugada, se perfeccionaba en el Cielo la Luna Llena en Capricornio.
Toda Luna Llena es momento de cosecha. Tiempo de ver emerger aquello que intencionamos.
Cada año esta Lunación ayuda a vislumbrar como estamos manifestando las energías que el eje Cáncer-Capricornio, el eje de la forma y del tiempo, nos propone.
Cáncer es el inicio de nuestro viaje, es el lugar por donde llegamos a esta encarnación. Es, también, el mundo interno y sensible que nos habita. Es nuestro hogar terrestre. Nuestra raíz y nuestro "de donde venimos". Nuestro adentro. La memoria y lo seguro. La sensación de hogar.
Capricornio es el final del viaje de lo humano. Es camino de ascensión, austero y despojado, donde las energías se concentran para revelar aquello que esencialmente somos.
Cómo recorremos este camino de ascensión? Quién gobierna la acción en este último viaje?
Es acaso nuestro ego, es nuestra alma, es, tal vez, nuestra esencia?
Supongo que todos nos damos cuenta que la respuesta no es simple. Desde lo mundano Capricornio es éxito. Pero desde lo energético profundo es trascendencia del ego. Capricornio es karma, entendiendo como tal la responsabilidad concreta por nuestra acciones. Es el camino del iniciado que sabe que, toda prueba, que todo obstáculo y todo logro, aparece en el momento preciso y necesario. Que todo sucede aquí y ahora. Y que en esa ley no hay error posible. Es el camino que nos enseña a adecuarnos a esta ley para luego encarnarla desarrollando así una potencia infinita.
Entonces: Cuál es ese lugar donde queremos llegar?
El ego contestaría rápido y seguro.
El alma, tal vez, pausada anhele la sabiduría de poder mantenerse presente aceptando lo que sucede para trasmutarse y seguir ascendiendo.
Así entre Karma y Dharma. Entre responsabilizarnos y acercarnos al propósito del alma estamos hoy andando. A veces sentimos que damos pasos seguros, otras que el obstáculo es grande e imposible de atravesar. A veces creemos podemos andar por cornisas, otras que necesitamos volver a reunirnos en casa. Es este el equilibrio que esta Lunación propone re calcular.
Pero no solo: Esta Luna dispone una particular e interesante posibilidad. La compañía de Plutón, Dios del inframundo, quién mora en Capricornio hace tiempo da a este tiempo una potencia enorme y un reto de igual magnitud.
Plutón en Capricornio eclosiona estructuras obsoletas, propone renacer a nuevos paradigmas, pero primero nos enfrenta ineludible a dejar morir viejas rigideces.
Plutón mueve el Karma colectivo y deja emerger a los monstruos de tod@s. Sabemos que es imposible Iluminarnos fantaseando seres de luz pero... que incómodo aún nos resulta mirar nuestra sombra. Sabemos que debemos bucear en ella, tomarla y encender luz en nuestra oscuridad. Pero como atrasamos la necesidad de soltar y así agrandamos dolores en sufrimientos.
Ahora, como de Luna se trata: Que emoción íntima y negada, que patrón que creíamos superado hemos visto emerger estos días? La propuesta sin duda nos llevo hacia abajo. Donde esta oscuro y habitan los miedos, los cansancios, y las inseguridades. Si el temor no nos detuvo tal vez pudimos vernos las caras con viejos demonios. Con aquello que negamos para asegurarnos un camino lineal. Quizás se tiempo de entender que, para construir sólido y real, sea necesario hacerlo de dentro hacia afuera. Sin máscara ni maquillajes que decoren o engañen. Dancemos con aquello que emerge. Que ninguna meta se alcanza si no se integra la sombra. En ella nos espera la perla de poder traspasar, trasmutar, soltar y renacer. En ella habita una fortaleza escondida, un don hondo y firme.
Que la luz alumbre el viaje de todos. Que podamos construir hogares amplios donde incluyamos partes dolientes para poder abrazarlas y transformarlas. Que la aceptación acompañe y que ella ilumine la construcción de nuestros propósitos. Ha llegado el momento de saber que no hay meta con no incluya al alma. Y que no hay alma que no anhele retornar a su antigua casa.
Que el amor sane y que nos demos cuenta que nunca caminos solos.