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Cáncer propuso un tiempo para fortalecernos dentro, nutridos y en contacto sensible con quienes somos.
Leo llega y con él el momento para aventuramos más allá. Llega el tiempo dejar atrás nuestro lugar seguro.
El fuego interior despierta, y dispone la valentía necesaria para reconocernos.
Expresar quienes somos es invitación ineludible, rugir nuestro nombre al ritmo cardíaco del corazón que late.
Pero no solo, Leo es mucho más que un nombre cristalizado, es muchísimo más que imagen acabada y repetida de aquello con lo cual el ego se identifica. Leo es más que las identificaciones parciales y momificadas de nosotros mismos.
Leo propone, para quien este dispuesto a entregarse al viaje, un contacto profundo con nuestro SER, que, como el Sol, esta en constante movimiento. Ser a cada instante, ser más allá de los reconocimientos recibidos, ser conectados con el propósito generoso del corazón y el alma.
Ser que se expresa, y que en esa expresión desinteresada y suelta de expectativas, da. Da lo que late, da lo que es, da lo que a cada instante descubre va siendo. Da generoso, valiente, expansivo y resonante. DA. Jamás busca asegurarse. Siempre aventurarse a vibrar en concordancia con lo superior. Ese el el corazón leonino que ruge igual que el gallo canta cuando aún no se ve la luz.
Que seamos todos bienvenidos a esta temporada de corazones despiertos que laten y al latir despertiertan en ellos y en otros el profundo y vital sentido de la consciencia superior de ser y existir.
Y que así podamos prepararnos para la apertura de la temporada de Eclipses donde sin duda podremos ser liz si tenemos la valentía de cantar aún en la penumbra.
Bendiciones