Luego de haber buceado hondo en la sombra de nuestra psiquis. Después de observar sin medias tintas nuestros lugares negados y dolientes; siempre y inexorable luego de Escorpio llega Sagitario.
Llega Sagitario y con él la invitación y posibilidad de hacer síntesis de los procesos vividos.
Amor y dolor ya no se miran con enfrentada desconfianza, se encuentran por fin sintetizados en un movimiento que se expresa con la vitalidad del fuego que todo crea.
Así aparece la energía sagitariana, con la fuerza de aquello que se expande por ir hacia el encuentro con el ansiado sentido, el de la propia existencia, el de lo humano mismo.
Es tiempo de fluir en y con el río de la vida. Entregarse a este fluir no es vana actitud pasiva, es guiar a aquellos que llamados por los sonidos del río se acercan. Y a su vez es dejarnos guiar sueltos y dispuestos por su cauce.
Estamos invitados a la vivencia de una fe que no es creencia ni es idea, si no acción comprometida y concreta en la búsqueda y el encuentro del propio propósito.
Que lo vivido haya podido ser agradecido, que el dolor haya servido de oportuna sanación y que así la confianza inunde el alma para alumbrar el camino de la misión.
Bienvenido Sagitario y sus tiempos de milagros que solo se producen dentro del alma humana que no es otra cosa que puro fuego divino.
