Ayer por la noche la Luna hizo su entrada a Escorpio como todos los meses y se quedará allí por dos días.
Un tiempo conexión con nuestro inconsciente se abre. Estamos predispuestos a poner atención a aquellos asuntos que usualmente no queremos mirar. Disponemos de un tiempo para reconocer lo negado y asumir nuestros conflictos. Pero no solo. En Cielo mucho más esta sucediendo dando amplitud e intensificando esta energía. Marte sigue junto a Júpiter en Escorpio poniendo una inusual potencia en agrandar y accionar propositivamente en el viaje hacia lo más hondo de nuestra sombras. Mirar, agrandar pero con la acción certera de iluminar es una posibilidad concreta. Por otro lado El Sol se une a Plutón en Capricornio y la necesidad de transformación desde un lugar consciente aparece. Es momento de soltar máscaras, de mirar más allá de lo aparente, de ir a buscar el hueso del asunto.
Hay una ligadura intrínseca entre las energías de Escorpio y Capricornio, esta ligadura tiene que ver con el Poder. Pero no el poder entendido desde ese lugar abusivo que en general lo entendemos desde lo colectivo. El poder tiene que ver con nuestra capacidad de compromiso junto a nuestra capacidad de acción. Son momentos de aceleración de procesos de transformación con una enorme capacidad de accionar. Donde la acción parece difícil, donde mover aquello que dejamos siempre para después es una posibilidad concreta. Aprovechemos.
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Las personas que portan esta Luna pueden sostener situaciones emocionales intensas acercándose muy próximos al dolor propio y ajeno. Son potentes y perceptivos. Se convierten en veneno para trasformarse en antídoto de emociones negadas, escondidas y rechazadas. Son curadores de almas.
Si sos Luna en Escorpio todo esto es tu talento.
Ahora bien que sucede cuando esta Luna se siente insegura? Qué textura tiene el refugio donde se sienten a resguardo? Sin duda se sienten protegidos dentro del conflicto. Y aquella virtud de sanar queda relegada a un mero apego al dolor. Confunden necesidad con voracidad.
En esta Luna se conjugan la vida y la muerte. Por lo tanto no es fácil portarla y menos lo es salir del refugio que propone. Percibe el límite entre ellos y los otros como desamor. Y el lugar seguro es el habito de convivir con un conflicto eterno e irresoluble.
Como en toda luna de agua la clave esta en aceptarnos vulnerables. Necesitados. Asumiendo una sensibilidad conectada que sin duda los acercara a su enorme potencia sanadora.
