Ayer Mercurio terminó su viaje por Sagitario y entró en Capricornio. Uniéndose de a poco al enorme estellium de energía capricorniana que hoy tenemos en el Cielo.
Mercurio es el Mensajero de los Dioses, encargado de conectar Cielo y Tierra. Representa la comunicación que une nuestro ser espiritual con nuestro ser terreno.
Mercurio simboliza los puentes que unen partes, los canales donde la información no solo circula, si no que también se transforma. Representa nuestro mundo mental, nuestras ideas, nuestras maneras de hablar con los otros.
Rige nuestro 5to chakra. Este chakra tiene la enorme función de ser puente entre nuestro corazón y nuestra coronilla. Nuestro corazón humano y latiente, conectado a través de nuestra voz, con las esferas superiores. Lo que decimos, los que nos decimos, crea realidad, así también lo hacen nuestros pensamientos.
Mercurio en Sagitario nos conecto con la verdad. Pero analicemos juntos que entendemos por verdad. La verdad no es solo una idea. La verdad va más allá de ellas. Aquello que es cierto, aquello que nos mueve, que nos guía, tiene congruencia entre nuestro discurso y nuestra acción. Sagitario siempre propone un viaje, y durante el tiempo que Mercurio transito por Sagitario el viaje seguramente nos llevo a entender que no son los dogmas ni los ideales los que guían si no las ideas puestas en práctica. Ese momento de la travesía donde nos damos cuenta de la coherencia o incoherencia entre pensamiento y acción, entre ideal y practica concreta, allí la verdad se revela. Allí adquirimos maestría, allí el verdadero viaje inicia.
Ahora en Capricornio Mercurio nos dispone a construir puentes reales y sólidos con el material que descubrimos es verdad para nosotros. Es momento de comunicar la congruencia entre nuestra idea y nuestra acción. Esta comunicación decidida tiene la fuerza de una verdad que no es ideal, ni exaltada, es calma y pausada; firme y flexible. No necesita grandes locutores, pero si nos necesita despiertos y experimentados. No será posible comunicar el viaje de otros, no es posible expresarnos si el material no es nuestro, fruto de nuestro propia experiencia.
Bienvenidos a tiempos de palabras claras que materializan, y no olvidemos de la necesidad de unir con ellas el propósito y el corazón.
